domingo, 30 de mayo de 2010
Mira este, mira aquella
sábado, 22 de mayo de 2010
La felicidad en el camino
Ahora me acuerdo de una anécdota que me pasó de txiki: La cosa es que me pedí para el Olentzero un Super-Camión de Micromachín, de estos que se abrían y llevaban una pequeña ciudad dentro. Pues bien, la ciudad tenía unas carreteras que le faltaban ponerle unas pegatinas para que se pudiera "jugar" a gusto... y con apenas 6 o 7 años pasé media semana excepcional buscando el lugar donde tenía que poner las pegatinas... Total, que terminé de "hacer" la ciudad y puede que jugara un par de días pero como nos pasa a todos los niños con los juguetes que tenemos, al poco tiempo me olvidé de él. Al final me lo pasé mejor "luchando" por mi deseo, que disfrutándolo.
Esta experiencia se puede trasladar perfectamente a la vida real, cuando vayas en busca de algo no te vuelvas loco por conseguirlo, disfruta mientras luchas por él, no te centres en el objetivo sino en lo que haces por conseguirlo.
Todo se puede resumir en una frase que escuché en una serie de televisión:
"La felicidad no está en el objetivo sino en el camino por conseguirlo"
Yo creo que el problema actual de nuestra sociedad, más que estar saltando de un deseo a otro, es la ansiedad que sufre la gente por conseguirlos.
Yo no soy de mandar a la gente lo que debe hacer, de decir lo que tienen que hacer, pero recomiendo a todos que disfrute de todos y cada paso que dan en su camino...
Pero eso sí, hay que tener cuidado con el camino que hay por delante, porque puede que existan momentos que haya que hacer sacrificios, pero no deberían ser sacrificios de los que te arrepientas
Y también hay que elegir bien el deseo, que no sea de estos que no hay caminos por conseguirlo (de los que vas y lo compras) porque después no disfrutas ni en el camino, ni el deseo, y además acaban todos los vertederos saturados de deseos olvidados.
miércoles, 19 de mayo de 2010
¿Estoy dormida?
martes, 18 de mayo de 2010
A estas alturas...
Hace poco fui testigo de un maltrato de género. Era un sábado cualquiera normal sin mucho interés. Eran las 2:30(ya del domingo). Me disponía a coger el autobús con un amigo cuando empezamos a escuchar a unos gritos. Llegamos a la parada del bus y entonces lo vimos todo.
Un hombre del este de mediana edad estaba chillando y amenazando a una mujer (supusimos que era su pareja). El conductor (sudamericano) de la villavesa allí presente veía todo con una actitud relajada y graciosa como si el hecho de que un hombre maltrate a una mujer fuese divertido.
En un momento dado mi amigo se giró y pude ver lo que nosotros estábamos deseando que no pasara. El hombre agarró del cuello a la mujer y la lanzó contra la marquesina pegando esta su espalda contra el banco y la cabeza contra el cristal. Nosotros no podíamos hacer nada y la impotencia que teníamos era total. Si llamábamos a la policía tardaría mínimo 5 min. en llegar y para entonces la villavesa ya habría salido.
Seguimos escuchando las amenazas hasta que dio la hora de irme. El agresor se subió al bus. En ese momento mi amigo me miró y los dos entendimos que yo no me podía subir a la villavesa con ese tiparraco y con el payaso risitas.
Nos fuimos a pedir un taxi pero nunca olvidaremos los gritos, la imagen de la agresión y el ruido del golpe.
Después de este acontecimiento estuve hablando con una miga y me dijo que ese mismo sábado su novio de 20 años le había agredido. No me lo podía creer.
Estamos en el s XXI pero el machismo que hay es igual o superior al que vivieron nuestros antepasados. Después de tanto progreso en tecnología, en la salud y en los derechos de la mujer no somos capaces de resolver un problema tan grave como la violencia de género. Mujeres que viven a diario una situación horrible. Estos Ángeles llegan a pensar que son ellas las k son malas y por lo tanto que se merecen dichas agresiones.
Desde mi punto de vista creo que deberíamos intentar frenar estos abusos porque ANTE LA VIOLENCIA TOLERANCIA CERO.
jueves, 13 de mayo de 2010
Días...
Hay días que te despiertas dormido, que no tienes ganas de hacer nada, que harías todo solo para que te dejen en paz solo y tumbado en tu cama o en el sofá... Al final acabas siempre haciendo algo, simplemente por la cabezonería de tus padres, o porque sino a la noche te vas a cagar en todo al ver que has desperdiciado un día entero de tu vida, y eso sienta muy mal... ¿verdad?
Otros mañanas te despiertas cabreado contigo mismo, puede que por algo que hayas hecho, o por ninguna razón en especial. Pero la cosa es que cuando abres los ojos estás todo depre... te parece que no quieres hablar con nadie, que no vale nada de lo que hagas... pero al final, se te va eso de la cabeza al levantarte y ver que todo sigue igual, que la gente te sigue queriendo y te valora tal y como eres.
Bueno, hay otros días (como el día que escribí el artículo de abajo) que te despiertas cabreado con el mundo y te pones a echar pestes de todo lo que se te viene a la cabeza. Esos días llevas una carga encima impresionante y necesitas desahogarte, ¡no veáis lo bien que sienta! Aunque al cabo de unos días dices: ¡Qué burro soy! Pero bueno, también eso es parte de mí, y orgulloso de ello.
Luego están los días que te despiertas radiante, sin sueño, con ganas de comerte al mundo, que sabes que todo te va a salir bien... días esplendorosos... días en que haces lo que te salga sin que te importe lo que digan de tí... Qué suerte tengo que me despierte casi todos los días así, jajajaja. Eso sí, luego te pones a pensar en como viven en la otra parte del mundo y casi te sientes avergonzado de estar tan feliz.