lunes, 17 de febrero de 2020

Dejé de escribir



Con 15 años descubrí esa herramienta que me permitía gritar, gritar al mundo y a nadie. Gritarme.
Gritar todas las desigualdades que percibía del mundo y gritar con todo el entusiasmo como debía de cambiar el mundo. Pregonar con todas mis fuerzas todo lo que debía ser y lo que estaba mal.
Que claro lo tenía, que fácil era encontrar esas palabras a través de las que podía plasmar ideas, expresarme.
Esa facilidad se fue diluyendo con los años, de fueron acabando las ideas sobre lo que clamar y el mundo se fue haciendo poco a poco más complicado. Y yo... Deje de plasmar ese mundo y esas ideas en negro sobre blanco.

Hace diez años que comenzamos este blog, quiero a este conjunto de palabras de adolescentes como un pequeño, brillante y valioso recuerdo de cómo fue mi adolescencia. Tengo la suerte de haber dejado aquí mis pensamientos, y de poder volver a ellos cuando yo quiera.

A lo largo de esos diez años los pensamientos han ido complejizándose y para mí cada vez era más difícil plasmarlos en palabras. El mundo seguía abriéndose ante mi, seguía siendo un mundo que no confortaba pero que, poco a poco, iba asumiendo su razón de ser.
Y es que en mi manera de escribir, en la que siento cómodo a través de una aguda literalidad, la complejidad hace que la escritura se vuelva farragosa, las aristas de esa realidad compleja hacen que haya muchos más detalles que explicar. Esa complejidad de las ideas que iba desarrollando supuso que escribir fuera mucho más complejo para mí.
Y aquí estoy, ¡justificando por qué mi vagancia hizo que dejará de escribir! Al final, y al principio, no hay mucho más. Lo que siempre he tenido claro es que la actividad de plasmar mis pensamientos por escrito me ha ayudado siempre a definirlos y delimitarlos. Me ha ayudado a ordenar mis reflexiones y empujado a tener otras nuevas. Y dejar de escribir, por lógica, también me ha provocado dejar de reflexionar de la manera que hacía antes.

Somos personas distintas que hace 10 años, hemos crecido en muchas cosas, y que sin embargo, ahí queda algo de lo que sentir nostalgia, como si lo hubiera perdido. A lo largo de estos últimos años varias veces me he dicho que volveré a escribir, y no sabía por donde empezar.

Hoy he vuelto a empezar

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